sábado, 29 de diciembre de 2012

LA HERMANDAD DE LOS NEGROS Y MULATOS DE GRANADA







 

COFRADÍA DE PENITENCIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA ENCARNACIÓN Y PACIENCIA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

ANTONIO PADIAL BAILÓN

Esta hermandad de penitencia tenía su sede en la iglesia parroquial de los Santos Justo y Pastor, aunque el templo primitivo no es el actual de dicho nombre; éste que hoy conocemos como parroquial de dichos santos, fue el del Colegio de San Pablo de los jesuitas y el templo primitivo se alzaba en el solar que hoy ocupa la placeta de la Encarnación. 

La  parroquia se erigió en ese lugar en 1501, utilizando en sus inicios una mezquita preexistente llamada Majadalbecy, cerca de la Puerta de San Jerónimo, del Ecce Homo o Bib-Riha, llamada del "Abasto", porque por ella entraban en la ciudad las mercancías de la Vega, para su comercialización en la ciudad.

Después  se construiría sobre dicha mezquita la iglesia (en la hoy Placeta de la Encarnación) con tres naves en estilo mudéjar, la torre, el cementerio, dando la fachada de la iglesia a la calle de San Jerónimo y a la hoy Plaza de la Univesidad. Su entrada principal estaba cubierta por un pórtico, semejante al de la iglesia de la Magdalena. Esta parroquial tambien servía de capilla al adosado convento de clarisas de la Encarnación desde 1541 en que allí trasladaron su monasterio, abriendo su coro alto al dicho templo parroquial.

Convento de la Encarnación y solar de Santos. Justo y Pastor antigua

En esa antigua iglesia de los Santos Justo y Pastor se fundaría la hermandad de penitencia de los negros y mulatos de Granada en el último cuarto del siglo XVI. Porbablemente, dicha cofradía penitencial se fundó agregándose a otra preexistente de "Nuestra Señora" o de Nuestra Señora de la Encarnación, que dió título especifico a aquella hermandad de la Virgen y al convento de clarisas, para adquirir el carácter penitencial con la agregación de la nueva rama cofrade de la Paciencia de Jesucristo.

El origen de esta cofradía de penitencia, basada en esa previa de culto a la Virgen de la Encarnación, lo revela, a en nuestra opinión, el hecho de que el título de la hermandad viene precedido por el de la Virgen al del misterio pasionista de Cristo, hecho no muy común, si no es porque fue una agregación de éste último. Lo más usual en estos casos era que al fundar una cofradía de penitencia se le pusiera el título pasionista y se le agregara  con el tiempo el de la Virgen que la hermandad de penitencia hubiera tomado como devoción mariana o patrona. A veces, si radicaba en un convento masculino, se le añadía el del patrón de la orden. 


Ntra. Sra. de la Encarnación .Siglo XVI

Se trataba de una hermandad étnica, pues sus cofrades o gran parte de ellos eran de raza negra o mulatos. Es muy probable que con el tiempo, dieran culto al santo franciscano, patrón y protector de sus raza, San Benito de Palermo, aunque no hay constancia documental de ello. Pero la existencia en el monasterio de la Encarnación de una imagen de ese santo de color induce a pensar que la hermandad le daba culto. San Benito de Palermo murió en 1589 en "olor de santidad" y aunque no fue beatificado hasta finales del siglo XVIII, los conventos franciscanos se propagaron su devoción y fue tenido por santo desde inmediatamente después de su muerte. Y por santo se le creyó, desde entonces, en Italia y España.

Es por ello más que probable que la cofradía de los negros, constituida antes de la muerte del Santo, impulsara su devoción una vez fallecido entre sus cofrades y entre los feligreses de aquella antigua iglesia parroquial de los Santos Justo y Pastor, donde tenía su sede; iglesia que, también, servía de capilla a monasterio de franciscanas clarisas de la Encarnación. 





La cofradía de negros y mulatos realizaba su estación de penitencia en la tarde del Viernes Santo, conociéndose escasos datos de la misma. Será en cronista granadino de la primera mitad del siglo XVII, Enríquez de Jorquera, el primero que nos ha proporcionado noticias de esta hermandad y lo hace al referirse a determinados sucesos acaecidos que obligaron al arzobispo a suprimir su estación de penitencia. Nos dice en sus Anales de Granada, al decribir las hermandades que tenían su sede en la iglesia de los Santos Justo y Pastor, que esta cofradía " (...) fue de penitencia de los negros y mulatos y salía el Viernes Santo y por cuasas evidentes la quitó el ordinario y oy la sirben jente blanca". Esto lo afirma hacia los años cuarenta de dicho siglo, aunque aún contara con algunos hermanos de color.

El cronista citado no explica cuales fueron tales "causas evidentes" por las que suprimió el prelado la cofradía, aunque parece evidente que dichas causas pudieron ser el carácter racial de sus cofrades o de gran parte de ellos, pues al afirmar que "oy la sirben jente blanca", parece decirnos que la hermandad se había vuelto a autorizar por haber desaparecido las causas o causa que llevó a su supresión.

En una época en la que la limpieza de sangre constituía un requisito fundamental para acceder a determinadas corporaciones religiosas, para loque se examinaba la procedencia de los antepasados de los hermanos y la de sus esposos. Todo esto, unido a la privación de libertad y, por tanto, de poder prestar consentimiento de la mayoría de aquellos cofrades negros o mulatos, que ostentaban la condición de esclavos y dependientes de la voluntad de sus amos, no es de extrañar que esta cofradía étnica no fuera aceptada por determinados estamentos civiles y religiosos. 

En 1597 se suspendieron todas las cofradías, y, por lo tanto, ésta de negros y mulatos, si es que no lo estaba antes, con motivo de la reducción de hermandades decretada por el Arzobispo don Pedro de Castro y Quiñones. Este prelado dejó autorizadas solo a las tres hermandades más antiguas de la ciudad: la de la Santa Vera Cruz del convento de San Francisco "Casa Grande"; la de las Angustias y la de la Soledad, entonces ésta última con sede en el convento del Carmen Calzado.  

No sabemos cuanto tiempo duró para esta hermandad racial la prohibición decretada por el Arzobispo don Pedro de Castro, pero lo cierto es que, en 1606, tenemos la noticia de que la hermandad realizó una procesión "de sangre", es decir empleando la disciplina o flagelación pública de sus hermanos. Ello nos da noticia de que la hermandad seguía existiendo después de la citada prohibición y con carácter penitencial, a pesar de no hacer estación en Semana Santa.


Esa salida procesional "de sangre" en 1606 se produjo por motivo de la gran sequía que padecían los campos. El arzobispo había ordenado realizar plegarias y rogativas en todos los templos para implorar para que la lluvia se presentara y, con ello se solucionara la carestía de los productos alimenticios y cesara la hambruna que estaba provocando entre la población la persistente sequía.   

El Prelado dispuso que ese año saliesen todas las cofradías de la misma forma en que lo hacían en Semana Santa; y, así, el cronista Francisco Enríquez de Jorquera nos dice: "(...) que salieron con mucha jente de azote". Entre ellas, lo hizo ésta de la Paciencia de Jesucristo "que solía ser de negros, que abía mucho tiempo que no salía"- probablemente no lo hacía desde 1596-. Más tarde, hacia 1646, como antes hemos referido, la componían mayoritariamente cofrades de raza blanca.

Aquella salida de 1606, motivada por la sequía, y con sus cofrades, practicando la disciplina pública, realizó  la procesión para llegar hasta el Convento de la Victoria, de frailes Mínimos de San Francisco de Paula. Dicho convento, bastante alejado de la iglesia parroquial de los Santos Justo y Pastor, se situaba al final de la Cuesta de la Victoria, que parte del Paseo de los Tristes y finaliza en la calle de San Juan de los Reyes, en cuya placeta que hoy aún llamamos de la Victoria estaba el convento e iglesia de los frailes mínimos. Prácticamente la procesión atravesó toda la ciudad de entonces, para llegar a este bello paraje albaicinero, frente a la Alhambra.

Quizá la causa del relato que hace en sus Anales de Granada Henríquez de Jorquera, fuera el suceso que acaeció en dicha procesión de 1606 y que conmovería a la ciudad. Un sujeto principal de la misma, el noble caballero don Pedro Luis de Aranda, que ese día se encargó de llevar el estandarte de la Hermandad Ntra. Sra. de la Encarnación y Paciencia de Jesucristo, "murió de cansancio", enterrándose su cadáver en la iglesia de San Jerónimo. Probablemente, la causa de la muerte pudiera haber sido  algún infarto por el esfuerzo realizado en la procesión. 

Cuesta de la Victoria y lugar del convento y huerta de los Mínimos

Prácticamente, las noticias que teníamos sobre esta cofradía de los negros y mulatos, eran las que nos da Henríquez de Jorquera en sus Anales de Granada, hasta este artículo  que escribo y publico en este blog en 2012. El Archivo Histórico Diocesano nos proporciona algunas novedades más de esta hermandad, entre ellas, la de que su existencia se prolongó más allá de 1606, última fecha que nos da Jorquera. Y es que las cofradías no solían desaparecer ipso facto por muchas dificultades que padecieran a lo largo de sus existencia. A veces, eran prohibidas por la autoridad eclesiástica, otras veces dejaban de procesionar por falta de medios económicos, en cuyo caso, se reducían a la práctica de cultos internos al Misterio de la Pasión que representaban y a sus imágenes titulares, ocupándose de otras actividades que ordenaban sus estatutos. Esta de Ntra. Sra. de la Encarnación y Paciencia de Jesucristo, conservó el culto a sus imágenes durante gran parte del siglo XVII, además de ciertas prácticas penitenciales que veremos a continuación, prolongándose el culto a la Virgen de la Encarnación durante el siglo XVIII y parte del XIX.  

Hace algunos años, en el citado Archivo Histórico Diocesano de Granada encontré un documento sobre un conflicto suscitado en 1624 entre la Cofradía de los Negros y Mulatos y el beneficiado de la iglesia parroquial de los Santos Justo y Pastor, que nos da alguna idea de como la hermandad celebraba la Semana Santa en ese tiempo montando el paso del Señor en la iglesia. Nos dice, que el hermano mayor y prioste de la cofradía, Juan de Cepeda y Ayala, llegada la Semana Santa, "(...) el Juebes y Biernes Santo deste presente año de 1624 se puso en el cuerpo de la iglesia, como es uso y costumbre, el paso de la Humildad de Nuestro Señor Jesucristo y una cruz la lado" (1).

El anterior relato nos proporciona la descripción del paso, de su exposición en la iglesia y de como se representaba el misterio pasionista en dicho paso en los dias del Jueves y Viernes Santos, pero no si la hermandad  lo seguía procesionando en la calle en la tarde del Viernes Santo, como hacía antaño. Lo más probable es que no se hiciera la estación de penitencia, al menos todos los años. Parece, según ese relato, que la escena pasionista descrita por el documento era la de Jesús esperando pacientemente los preparativos de su Crucifixión con la cruz tendida en el suelo a su lado. 

Una idea gráfica de dicha escena la tenemos en un grabado, que abre las reglas de otra hermandad granadina con imagen de semejante iconografía, como era la de Jesús de la Humildad del convento de la Merced Calzada (aún permanecen las edificaciones de este convento, destinado hoy a actividades militares, contiguo a la iglesia de San Ildefonso). Iconografía que sugiere también la imagen del hoy Jesús de la Meditación, la más firme candidata a haber sido la imagen de Jesús de la Paciencia o Humildad de la esta cofradía racial. Actualmente, como sabemos, la imagen se conserva en la parroquial de los Santos Justo y Pastor, trasladada a finales del siglo XVIII a la cercana iglesia del Colegio de San Pablo, de los jesuitas,  siendo hoy la imagen la titular de la contemporánea Hermandad de los Estudiantes, y que representa, prácticamente, la misma escena pasionista que la antigua hermandad de negros y mulatos.

Grabado del  Libro de Reglas de la Hermandad de la Humildad del convento de la Merced. Fot. A. Padial

 
Iglesia actual de los Santos Justo y Pastor con la capilla de Jesús de la Meditación a la izquierda

El  conflicto de 1624, al que nos estábamos refiriendo, se suscitó cuando un hermano de la cofradía, llamado Muñiz, encargado de recoger las limosnas que los fieles entregaban aquellos días del Jueves y Viernes Santos, cuando el paso estaba montado en la iglesia, no las entregó a la hermandad sino al beneficiado de la parroquia, don Pedro Gutiérrez de Estella. Lógicamente, dichas limosnas serían parte de los ingresos que obtenía la cofradía y el hermano mayor, Juan de Cepeda, reclamó al beneficiado las cantidades recogidas de los fieles con motivo de la exposición del paso y consecuencia de la devoción a la imagen.

La reclamación que hizo el hermano mayor no fue atendida por el beneficiado, negándose a entregar las limosnas por considerarlas suyas, alegando:
" (...) que no las ha de dar por cuanto es dueño de la dicha yglesia y la limosna es suia y el tal paso de la dicha Santa Umildad se ha de poner por su voluntad, sin que en esto tengan los hermanos acción alguna".
No estando conformes los hermanos con esta actitud del beneficiado acuden al Provisor del arzobispado, manifestando que el paso es de la cofradía por haberlo hecho a su costa y le reclaman al beneficiado 100 reales, que era la cantidad que normalmente se recogía en años anteriores en esos días de la Semana Santa. También, denunciaban al sacerdote por su gran avaricia, porque no se contentaba con lo mucho que le había pagado la cofradía desde hacía más de veinte años, y que extorsionaba a la cofrades en años precedentes por ser gente pobre la que servía la cofradía: 
"(...) por ser como a sido en su servicio  gente humilde y pobre, como son negros y mulatos, que frecuentemente le an consentido al dicho beneficiado las dichas exacciones illicitas contra todo derecho, a los que extorsionó por más de veinte años".

Parece ser, que el beneficiado se entrometía constantemente en la actividad de la hermandad no dejando realizar sus actividades con autonomía suficiente, pues pidieron que el beneficiado no interfiriese para impedir la realización de las cosas que incumbían a la cofradía, como eran las fiestas que se celebraban a Nuestra Señora de la Encarnación, para las que se traían: 

 " (...) danças, ministriles, músicas y repiques de campanas, así menores, como mayores y colgar la iglesia; asimismo se tasen las limosnas que se deben de dar por las misas de las nueve fiestas de Nuestra Señora, Pascua de Reyes y de la Encarnación y no pueda en las tales misas estorbar que aia sermones (...)".

Este párrafo nos da alguna idea de parte de los cultos que celebraba la hermandad, que, además, de la función principal, que era el día de la Encarnación, patrona de la cofradía, (25 de marzo), celebraba las otras ocho fiestas de la Virgen (Candelaria, Asunción, Natividad, Dolores, Presentación...etc.), y las celebra de forma muy festiva con danzas, colgando de tafetanes la iglesia (como era la costumbre), ministriles o músicos cantores...etc.

En el proceso, la declaración ante el Provisor del hermano recolector de limosnas, Alonso Muñiz, defraudó las expectativas de la hermandad, al confesar, que, si bien, la recolección de limosnas la realizó con la insignia de la cofradía de la Paciencia de Jesucristo y junto a su capilla, pero la hizo en nombre de la Hermandad del Santísimo de la parroquia, aunque, también, pidió para Nuestra Señora de la Encarnación y para el aceite de la lámpara de la Madre de Dios, durante aquella noche del Jueves Santo, y que, durante el día, lo hizo "para la Umildad de Cristo". También dijo, que fue a las tres de la madrugada a la cercana iglesia de la Compañía de Jesús (donde se trasladaría la parroquia a finales del XVIII), para el sermón, pero el Viernes Santo por la noche no se pidió nada y se colocó ya la insignia de la cofradía en su lugar. 

También, nos informa de cómo se adornó al Señor de la Humildad o Paciencia, diciendo que se le pusieron 24 velas alrededor y cien naranjas. Todo este relato nos da idea de como celebraba la cofradía la noche del Jueves al Viernes Santo, en la que los fieles la pasaban prácticamente en vela, para acompañar con su presencia en el recuerdo de la Pasión de Jesucristo, aquella noche en que se le apresó y se le condujo ante los tribunales de Jerusalén, se le azotó y se le sentenció por Poncio Pilatos en el Pretorio, para cargarlo con la cruz y crucificarlo. Después,  a las cuatro de la madrugada, irían los granadinos al convento carmelita de los Mártires para presenciar la salida en estación de penitencia de la Hermandad de Jesús Nazareno, que bajaba a la ciudad para procesionar el resto de la madrugada del Viernes Santo, cerrándola la Hermandad de la Pasión de Jesucristo, que salía a la ocho de la mañana.  

Siguiendo con el relato del proceso por las limosnas, el beneficiado declaró que él no impedía la actividad de la cofradía y que se comportaba muy magnánimo con ella, pretendiendo, solamente, que se le respetara el derecho parroquial; que se le pidiera permiso para celebrar las fiestas y funciones y que se le comunicara quién sería el predicador y el "agasajo" que se le daba a éste.


La Hermandad Rosariana de Ntra. Sra. de la Encarnación

La hermandad de penitencia seguramente duraría algunas décadas más, aunque, por ahora, no se tiene más noticias de ella, sin que sepamos la fecha de su desaparición. Quizá la perdida de la cofradía no fue absoluta, sino que ella pudo dar origen, a finales del siglo XVII, a una hermandad rosariana que tenía como titular a la Virgen de la Encarnación. No sabemos con certeza si en base a la devoción y culto de esta imagen, patrona de la cofradía de penitencia, los hermanos que quedaban de dicha cofradía en decadencia se integraron o fundaron la nueva cofradía de Ntra. Sra. de la Encarnación, como continuadora de esta devoción mariana de carácter rosariano. 

A finales del siglo XVII y principios del XVIII recibieron una gran impulso las hermandades que tenían por finalidad el rezo de Santo Rosario, tanto  en el ámbito familiar, como en el público, con la celebración de rosarios callejeros de la Aurora. Constituía una verdadera moda hacer estas procesiones callejeras en la madrugada, fundándose o transformándose numerosas hermandades marianas de este carácter.

La hermandad rosariana de Ntra. Sra. de la Encarnación se da constituciones el día 15 de septiembre de 1694 y es fomentada por elementos del clero parroquial bajo la protección del Arzobispo Martín de Ascargorta. Era una forma de preservar el culto a la Virgen de la Encarnación, una vez decaída o desaparecida la hermandad de los negros y mulatos, y, a su vez, propagar la práctica del Santo Rosario y controlar parroquialmente a la cofradía. El Arzobispo Ascargorta concedió 40 días de indulgencia a aquellas personas que asistieran al rosario cada vez que este salía por las calles de la ciudad (2). 

En 1698, se produce un conflicto entre la hermandad rosariana y la Esclavitud del Santísimo de la parroquia; el hermano mayor de esta última, Alfonso de Aguirre, elevó una protesta ante la autoridad eclesiástica en la que manifestaba que "(...) de poco tiempo a esta parte se ha fundado una llamada hermandad con el título de Rosario de Nuestra Señora de la Encarnación (...)" y que dicha hermandad pedía limosna en los días para los que no tenía licencia, pues solo lo podía hacer los sábados y algunos otros días más. También alegaba, que había procedido la nueva hermandad a apuntar en su nomina de hermanos a personas del barrio para cobrarles cada semana, haciendo la competencia con ello a la Esclavitud del Santísimo.

Examinado el asunto por el Provisor de la diócesis, éste dio, en principio, la razón a la hermandad de la Encarnación, aunque el auto dictado fue apelado por la Esclavitud del Santísimo. El pleito se alargó y aún duró hasta 1704, finalizándose con una resolución un tanto salomónica, que dio la razón a la hermandad de la Virgen, pero le prohibió pedir limosnas por el distrito de la parroquia, aunque le dio licencia para hacerlo por el resto de la ciudad.

Esta hermandad rosariana aún seguía con actividad en 1765, pues el Padre de la Chica Benavides nos relata su existencia en ese año, residiendo aún en la iglesia antigua de la parroquia de los Santos Justo y Pastor, en la que nos dice que la Virgen de la Encarnación se veneraba en un altar del colateral derecho de dicha iglesia. También, unos años después, en 1769, la cofradía aparece en el informe sobre el estado de la hermandades, que por orden del gobierno de la Ilustración mandó realizar el Arzobispo Barroeta y Ángel.

Aún, en 1773, hay constancia gráfica de la existencia de esta hermandad por una estampa de Ntra. Sra. de la Encarnación, realizada en calcografía, que se conserva en el Museo de la Casa de los Tiros, que fue editada en ese año en el que eran mayordomos Manuel González y Joseph López.

Es probable que la hermandad desapareciera cuando las disposiciones ilustradas de Carlos III exigieron a las cofradías, congregaciones y hermandades la presentación de sus estatutos a la aprobación del Real Consejo de Castilla, bajo pena de extinción de las hermandades que no lo hicieran. También, pudo desaparecer cuando a finales del siglo XVIII la parroquial de los Santos Justo y Pastor pasó a residir en la iglesia del Colegio de la Compañía de Jesús, donde actualmente se encuentra, quedando las imágenes de la Virgen y de San Benito de Palermo en el monasterio de la Encarnación, donde se pudo haber diluido su hermandad, sin el apoyo parroquial y de los feligreses.

Capilla que construyeron las monjas de la Encarnación cuando se derruyó en 1837 la antigua iglesia de Santos Justo y Pastor. La Virgen dela Encarnación en la repisa de la derecha.

Los jesuitas fueron expulsados de su Colegio de San Pablo en 1767, pasando la parroquial de los Santos Justo y Pastor a su iglesia en 1799, donde hoy permanece. Asimismo, allí se encuentra la imagen de Jesús de la Humildad y Paciencia, posible titular de la cofradía de los negros y mulatos.

La antigua iglesia parroquial quedó en pie durante unas décadas hasta que en 1837 se da licencia para su demolición por orden de Pedro de Lillo, presidente de la Junta de Enajenación de Bienes Desamortizados, quedando su solar libre para la construcción de la actual Placeta de la Encarnación (3). Con la demolición de la iglesia las monjas se quedaron sin capilla, por lo que tuvieron que construir una de pequeñas dimensiones en una sala dentro de la clausura del convento

Respecto a la imagen de Jesús de la Humildad y Pacienca, aunque no podamos estar del todo seguros, pues no he encontrado documento que lo sustente, de que fuera la imagen de la cofradía de negros y mulatos, sí podemos apuntar ciertos razonamientos para creer que lo fuera. Primero, porque al ser imagen propiedad de la cofradía, como así se manifiesta en el pleito de 1624, la talla del Cristo al extinguirse la hermandad pasaría a ser propiedad de la parroquia y con ella se trasladaría a la acual parroquial en 1799, donde efectivamente se encuentra. En esto último, se presenta un aparente inconveniente: que la imagen que hoy conocemos parece de fecha posterior al pleito de 1624, pero nada se opone a que la cofradía realizara otra imagen posteriormente, como solía ser usual, para adaptarse a las nuevas estéticas escultóricas. 

Convento de la Encarnación y placeta donde se levantaba la antigua igesia de Santos Justo y Pastor

En segundo lugar, nos podemos plantear el porqué no paso también la imagen de Ntra. Sra. de la Encarnación, a lo que se podría constestar que esta imagen podría haber sido propiedad del convento de la Encarnación por ser la titular del mismo, que tenía la antigua iglesia de los Santos Justo y Pastor como capilla, al estar el convento anexo a ella.

Por ello, la imagen de Ntra. Sra. de la Encarnación quedaría en el convento, donde a lo largo del siglo XIX, ya desaparecida su hermandad rosariana, fue objetos de funciones y cultos por las monjas y sus devotos. Así, a partir de 1953, tal vez antes, recibe un culto mensual por parte de la llamada Corte de María los días 25 de cada mes, que aún se seguían realizando en 1916.

Las Imágenes

Por lo antes manifestado, creemos que la imagen titular de la antigua cofradía de los negros y mulatos o una de ellas, es la llamada hoy como Jesús de la Meditación, que se venera en la actual iglesia de los Santos Justo y Pastor por la Hermandad de Penitencia de los Estudiantes. Tuvo que ser una imagen que la hermandad encargara mediado el siglo XVII, pues sus grafismos escultóricos parecen de esa época, por lo que la cofradía debió de tener una imagen previa, que, desde luego, no sería la que conservan las monjas en su clausura por ser una talla que no responde al momento pasionista que la cofradía representaba, es decir, la de los preparativos de la Crucifixión, sino a la del Ecce Homo. Imagen que se atribuye al taller de Pedro de Mena.

Sí, por el contrario, esta imagen puede ser la que se veneraba en una capilla callejera abierta en el muro del convento, que da a la calle de San Jerónimo y que estaba cerca de la puerta de la muralla de la ciudad que por allí cruzaba. Por ello, aquella puerta se conocía popularmente como Puerta del Ecce Homo o, también, Puerta de San Jerónimo.  La imagen tendría devoción en aquellos que salían y entraban por dicha puerta para viajar o para realizar sus labores agrícolas en la Vega de Granada. Estaba alumbrada por una lamparilla de aceite que alumbraba día y noche, y nos dice Henríquez de Jorquera, que al demolerse la puerta de la muralla pusieron la imagen en la pared del convento de la Encarnación; éste aún conserva en su muro lo que parece que fue su capilla pública.     

Ecce Homo del Convento de la Encarnación

Por otra parte, el hoy llamado Jesús de la Meditación es una talla de la Escuela Granadina, atribuida al círculo de los Mora, si bien ha sido poco estudiada, tal vez del entorno de Bernardo de Mora (padre), de algún escultor por ahora desconocido. La iconografía de la imagen representa a Jesús pacientemente sentado sobre una roca, esperando los preparativos de la Crucifixión, acomodándose más a la escena de la Pasión que la hermandad representaba. 

No obstante, las noticias de las hermandades de penitencia a mediados del sglo XVII son muy escasas. Pudera ser que tras los desastres económicos y personales que trajeron las guerras que en los años cuarenta del siglo XVII mantuvo la nación en Portugal y Cataluña, al llegar un periodo de paz y mejor bonanza económica la hermandad pudera haber encargado la imagen y mantenido, incluso, alguna actividad cultual y procesional- penitencial esporádica con esta nueva imagen. Es algo que no podrá aclarar el descubrimiento de documentos que hoy desconocemos.



En cuanto a la imagen de la Virgen de la Encarnación, principal titular de la cofradía y patrona del convento, aún se venera en la capilla del mismo sobre un pedestal colocado en la pared en el lado de la Epístola. Es una imagen de talla completa, que lleva el Niño en sus brazos, y que, como era usual en aquellas hermandades de penitencia que tenía una imagen mariana de gloria o letífica como titular, cuando llegaba la Semana Santa la sacaban en la estación de penitencia vestida de luto con manto negro y sin el Niño.

Es también probable, como se ha dicho, que la cofradía diera culto a la imagen de San Benito de Palermo, de raza negra, que se encuentra en el convento de clarisas de la Encarnación. Gallego y Burín da por hecho su pertenencia a la Cofradía de Negros y Mulatos, tal vez, por que tuviera conocimiento de algún documento  que así lo confirmara, y lo atribuye a la gubia de José de Mora (4). El Santo viste hábito franciscano y lleva en su mano derecha una cruz y con la izquierda abre su hábito para mostrar su corazón flameante.


José de Mora comenzaría su actividad de escultor hacia 1658-1660 y si esta imagen de San Benito de Palermo la realizó él, como dice Gallego y Burín, para la Cofradía de los negros y mulatos, ésta aún estaba vigente en la segunda mitad del siglo XVII y en condiciones de costear dicha imagen. Nos queda, todavía, muchas incognitas que plantearnos y resolver sobre nuestras imágenes y sobre la historia de las hermandades antiguas de Granada


San Benito de Palermo. Hermandad de Negros y Mulatos. José de Mora S.XVII

Hoy, la actual capilla del Monasterio de la Encarnación es sede de Hermandad de Penitencia de Jesús Cautivo y María Santísima de la Encarnación, advocación ésta, que en el mismo cenobio de clarisas, vuelve a ser titular de una hermandad penitencial, lugar donde nació la antigua cofradía de los negros y mulatos, aunque entonces lo fuera en la iglesia parroquial de los Santos Justo y Pastor a la que estaba adosado el convento. También, junto a éste esta la actual parroquial de dichos santos, donde se alberga la imagen de Jesús de la Meditación, muy posiblemente titular, como se ha dicho, de aquella antigua hermandad de gentes de color, que llevaba la advocación de Humildad y Paciencia, también hoy con hermandad de penitencia que sirven los estudiantes  con el título de Meditación y Nuestra Señora de los Remedios. 

La Encarnación de Nuestra Señora. Pintura que conserva el convento 




Entrada al Monasterio de la Encarnación


Iglesia del Colegio de San Pablo de los Jesuitas y desde 1799  parroquial de los Santos Justo y Pastor


------------------------------------

1 Archivo Histórico del Arzobispado de Granada, legajo 7 f, pieza 9.

2. Ibídem , pieza nº 7.    

3. Boletín Oficial de la Provincia de Granada de 20 de octubre de   1836.
4. Antonio Gallego y Burín, Granada. Guía de Granada, p. 286, edición actualizada por Francisco J. Gallego Roca. Granada 1982. 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario